Según la filosofía oriental, estamos conectados al mundo por nuestra energía interior. Y estoy empezando a pensar que es cierto. Lo malo es que nunca nos explicaron como exteriorizarla, y claro, hay gente que lo hace mal y genera muy mal rollo a los de su alrededor, y otros que intentan llenar de "buen rollo" el planeta.
Hace 4 dias, debido a las contínuas incidencias del metro de Madrid y tras 20 minutos de espera en el andén, tuve que salir a la calle y correr hacia un banco para sacar dinero y no llegar tarde al trabajo. Cual fue mi sorpresa, que la señorita Elena, y no doy más datos porque soy muy discreto, tuvo un despiste monumental dejándose su tarjeta de crédito "oro"en el cajero. Y ahí estaba yo, con una tarjeta en la mano dudando si entregarla o irme de compras por las "boutiques" más exclusivas de Madrid. En un segundo, millones de malos pensamientos rondaron mi mente calenturienta, asique respiré y decidí coger mi taxi hacia el trabajo para no precipitarme, y pensar qué hacer por el camino.
Fue entonces cuando tuve la señal delante de mis ojos. Atasco en pleno centro de Madrid, con un restaurante japonés al lado de mi ventanilla. La señal era evidente, los japoneses son muy "polite" y aguantan lo que les eches. Son lo más grande en tolerancia y respeto, aunque en otras cosas que todos sabemos, el tamaño no es precisamente lo que les caracteriza. Asique llamé por teléfono y anulé la tarjeta de Elena, que seguro que era una niña pija de papá. Lo hice pensando en la buena energía claro.... y con el miedo de que la"Mala Onda" no llame pronto a mi puerta. Aunque reconozco que estuve todo el día pensando en lo que podría haber hecho y no hice.
Está claro que la vida nos enseña como exteriorizar esa energía que tenemos, y el aprendizaje lo tenemos que hacer nosotros solitos con las cosas que nos suceden día a día, sin esperar nada a cambio. Eso dice la Ley Ética Universal que siempre hemos escuchado y nadie sabe quien se la inventó. Asique, Elena, si quieres recompensarme de algún modo, tu tarjeta anulada está en la sucursal donde la olvidaste.....donde también dejé mi nombre, por si tengo que escribir una segunda parte.
Hace 4 dias, debido a las contínuas incidencias del metro de Madrid y tras 20 minutos de espera en el andén, tuve que salir a la calle y correr hacia un banco para sacar dinero y no llegar tarde al trabajo. Cual fue mi sorpresa, que la señorita Elena, y no doy más datos porque soy muy discreto, tuvo un despiste monumental dejándose su tarjeta de crédito "oro"en el cajero. Y ahí estaba yo, con una tarjeta en la mano dudando si entregarla o irme de compras por las "boutiques" más exclusivas de Madrid. En un segundo, millones de malos pensamientos rondaron mi mente calenturienta, asique respiré y decidí coger mi taxi hacia el trabajo para no precipitarme, y pensar qué hacer por el camino.
Fue entonces cuando tuve la señal delante de mis ojos. Atasco en pleno centro de Madrid, con un restaurante japonés al lado de mi ventanilla. La señal era evidente, los japoneses son muy "polite" y aguantan lo que les eches. Son lo más grande en tolerancia y respeto, aunque en otras cosas que todos sabemos, el tamaño no es precisamente lo que les caracteriza. Asique llamé por teléfono y anulé la tarjeta de Elena, que seguro que era una niña pija de papá. Lo hice pensando en la buena energía claro.... y con el miedo de que la"Mala Onda" no llame pronto a mi puerta. Aunque reconozco que estuve todo el día pensando en lo que podría haber hecho y no hice.
Está claro que la vida nos enseña como exteriorizar esa energía que tenemos, y el aprendizaje lo tenemos que hacer nosotros solitos con las cosas que nos suceden día a día, sin esperar nada a cambio. Eso dice la Ley Ética Universal que siempre hemos escuchado y nadie sabe quien se la inventó. Asique, Elena, si quieres recompensarme de algún modo, tu tarjeta anulada está en la sucursal donde la olvidaste.....donde también dejé mi nombre, por si tengo que escribir una segunda parte.
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